Mi Buenos Aires querido...

Mediados de enero, Buenos Aires está hermosa gracias a que muchos de los que habitualmente se andan chocando por las calles porteñas entre trajes, maletines y mini faldas, se fueron a chocar entre bikinis, baldecitos, arena y niños rompe pelotas por las playas costeras, y afortunadamente nos dejan a los que nos quedamos acá a ésta bella ciudad lo suficientemente despejada como para poder caminar un viernes por la tarde por pleno micro centro lo más tranquilos.

Manejar por el centro es un verdadero placer, incluso tardo media hora menos de lo habitual en llegar al trabajo y eso es maravilloso. El calor jode bastante, pero los días son soleados y eso me pone de buen humor.

Pero como era de suponerse, no todo es color de rosa en este incipiente Enero...

Después del trabajo hasta que se hace de noche hay prácticamente unas 4 horas aprovechables en las que no hay que ir a la facultad ni estudiar y se podrían destinar a hacer algo productivo o simplemente alpedear un poco, el tema es que aunque uno esté con ganas de hacer algo se encuentra con que está más solo que Adan en el día de la madre porque todo el mundo está de vacaciones.

Realmente es un bajón tener ganas de hacer algo y no tener quien me haga la segunda, pero para ser sincera tampoco es algo que me quita el sueño. ¡Ojalá hubiera algo que me quite el sueño! porque lo peor de este Enero es que aunque el calendario indique que comenzó un nuevo año, para mi que tengo que esperar tres semanas más para salir de vacaciones, el año continúa y yo estoy A-GO-TA-DA! Encima, curiosamente, donde yo trabajo es uno de los pocos lugares en que el mes de Enero es uno de los meses más exigentes. Tengo mi escritorio repleto de carpetas y papeles, la maldita agenda esa del Outlook me interrumpe cada dos minutos con 800 ventanitas que se me abren sin parar y lo único que soy capaz de hacer es putear y tomar café a ver si me despierto pero no puedo arrancar, es prácticamente imposible.

El broche de oro es el puto cambio de horario que son las 9:30 de la noche y todavía es de día, así que con suerte ceno a las 11 y nunca termino en la cama antes de las 12, a pesar de que mi querido despertador sigue sonando a las 6, o sea que sigo durmiendo la misma cantidad de horas que cuando estaba en pleno apogeo facultativo, es de terror esto.

Estoy muy cansada, no doy más, aunque me quiera hacer la viva ya no tengo la energía de los 20, necesito vacaciones urgentes al punto que empecé a considerar seriamente la idea de buscarme un chongo con plata que me mantenga para así no tener que trabajar nunca más en la vida y dedicarme a pasear un Caniche Toy por los parques de un Country en Pilar y arreglar en jardín en los ratos libres.

Tres semanas, tres semanas... ya estoy tachando los días como los presos! Y después...

Bariloche esperame que ahí voy!!!!